Con la mente un tanto atrofiada, desorientado, inundado por
las dudas y, quizás, no en mi mejor momento, inauguro mi primer blog. Más
quizás con ánimo de comenzar a dominar las posibilidades que me ofrece la red
en aras de reciclarme, que por el simple hecho de tener un hueco donde dejar mi
impronta.
Pero dicho esto, reconozco que ya que he llegado, me apetece
dar una visión más de lo que nos rodea; la mía. Imperfecta, pero que tratará de
ser respetuosa, como creo que soy yo, en serio, lo creo. Y con esto, ésta será
la última vez que hable de mí aquí, más que nada porque no he creado este
espacio con ese fin, ni me gusta hacerlo. De todos modos se dejará entrever
como soy, eso seguro.
Sin prometerme asiduidad por este lugar, sí quiero
prometerme afán crítico. Ese que tanto tiempo llevo acumulando y, por suerte,
aquí puedo exhibir. No llego para agradar ni lamer culos, porque me estaría
traicionando, cosa que en ocasiones he hecho, y que me provoca un desasosiego
difícil de explicar.
Soy periodista, miento, más bien un proyecto... He tenido la
mala suerte de salir de las aulas y lidiar con este panorama desalentador en el
que hoy nos vemos todos sumergidos. Bueno, no todos, soy de los que creen que
épocas de vacas flacas, como ésta, están definidas no por una disminución de
las opciones, sino por un mal reparto de ellas. Por este motivo, y por
desgracia, mi experiencia en esta profesión es escasa, casi nula.
No pienso informar aquí, a pesar de que es lo que más me
gusta, pues yo no trabajo sin cobrar. Lo siento. Y lo siento por aquellos que
sí lo hacen. Créanme cuando digo que les entiendo, pero con la trayectoria que
las empresas de comunicación nos están obligando a forjar, esta profesión
llegará a ser una de las más precarias si no lo es ya. No voy a ser partícipe
de eso, por mí, por vosotros y por los que vendrán.
Sin alargarme más, que solo estoy inaugurando, aviso de que
aquí se encontrarán análisis indiscriminados, sin límites ni criterios de
temáticas variadas; sin pies ni cabeza.
Una oportunidad de ofrecer mi perspectiva, aquella por la
que desde pequeño mi madre me decía: "Ten cuidado con lo que dices y
donde; que algún día te van a partir la boca". ¡Pues no lo han hecho! Y, a
estas alturas, ya no me voy a morder la lengua...